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Compulsión y adicción al sexo.

  Puede resultar incómodo: ¿pero a quien no le a pasado de estar en un baño y ver pasar parte de su vida por delante?  Como escurriéndo...

  Puede resultar incómodo: ¿pero a quien no le a pasado de estar en un baño
y ver pasar parte de su vida por delante?
 Como escurriéndose en la letrina del excusado.

Pueden engañar a su pareja con cuantas personas se les cruce en el camino. Pueden pasarse horas frente a un televisor o una computadora consumiendo pornografía. Pueden masturbarse cinco o seis veces al día. Pueden buscar espiar a otros mientras tienen sexo. Pueden exhibir sus intimidades en público. Pueden pasarse horas en un baño. Y hasta pueden abusar o violar a seres indefensos. Todo lo hacen sin control y en forma desesperada. Y en realidad nada de eso les provoca placer, si no vergüenza, dolor y odio a sí mismos. Es que son adictos. Adictos al sexo.

Para no confundirse. Quien haya sido infiel alguna vez o disfrute con algún video erótico cada tanto no forma parte de este universo de personas. La adicción implica una conducta compulsiva, imposible de manejar. Incluso a pesar de las tremendas consecuencias que provoca en la vida cotidiana: relaciones rotas, problemas en el trabajo, dificultades económicas, rechazo social, riesgo de contraer enfermedades venéreas o sida, y hasta arrestos.

"La adicción sexual tiene tres características: es compulsiva, persistente y recurrente", "Compulsiva porque no se puede parar, hay que cumplir sí o sí con esa exigencia que impone la cabeza. Persistente porque hay que hacerlo a cada rato, todo el tiempo. Y recurrente porque siempre se acude a los mismos recursos".

 Escuche al sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff, decir que el adicto sexual "siente que la única manera de superar la angustia es teniendo sexo. Y eso se convierte en un hábito". La psicóloga y sexóloga Diana Resnicoff coincide: "La compulsión calma una tremenda angustia que proviene de un vacío interior. Pero nada los llena porque el vínculo placer-amor está roto. El adicto sexual es un carenciado, un bebé hambriento de amor".

En general, el adicto al sexo tarda en buscar ayuda. "Recién hace una consulta cuando su comportamiento le genera demasiados problemas con su pareja, con la sociedad, con el trabajo o, incluso, con la policía".

"El tratamiento es doble: medicación (antidepresivos para bajar lo compulsivo) y psicoterapia. Se busca que el adicto haga un reaprendizaje social. ¿De qué manera? Se le dan tareas como llevar registros de los momentos de mayor angustia, se le proponen otras actividades, como un deporte, y se intenta conectarlos con el placer".
 Los especialistas recomiendan las terapias de grupo, porque hablar con otros disminuye el sentimiento de soledad y vergüenza. Logrando un despertar espiritual y llevar ese mensaje a otros adictos.

Puede resultar incómodo pero a quien no le a pasado de estar en un baño y ver pasar parte de su vida por delante, como escurriéndose en la letrina del excusado, a mi me pasó, hubo una época que en forma  compulsiva, persistente y recurrente me la pasaba en los baños de la facultad de derecho, hablo de los 90, cuando la cosa se puso jodida con la seguridad, migré para Económicas, siempre con el pensamiento de que esto que corría por dentro me pasaba solo a mí.

Muchas veces después de coger me iba fumando un pucho con alguno de mis eventuales amigos sexuales, ahí recién me enteraba de sus nombres, si eran de la facultad o como yo solo iban a merodear por los baños para "ver que onda". Todos querían tener una historia que nos mantuviera en contacto. A mí como me llegaba la información la descartaba, pero cuando tuve que migrar de Derecho a Económicas me di cuenta que estaba la misma gente en la tetera de destino, me percaté que éramos los mismos, después eso mismo me pasó en Medicina y ¡después me di cuenta que dentro de todo el circuito éramos los mismos!

Un día me encontraba de gran parranda dentro de la Facultad de Económicas con un  gire infernal, con recovecos, lugares y aulas vacías aptos para coger en bolas si uno quería (hablo de los 90). Se me pasaba el tiempo y la vida ahí dentro, la pasaba, creía, en mi salsa. No me iba hasta que no me dolieran los huevos, y la leche no fuera solo un liquido tenue blanquecino, así estaban las cosas, pero al mismo tiempo me estaba aburriendo.

El detonante fue llegar una noche a mi casa y enterarme que mi madre había muerto, que me habían querido ubicar y que no habían podido. Para la historia oficial quedó que yo estaba en la Facultad (iba a Ingeniería). No llegué a verla con vida. Eso me cambió súbitamente, hasta estuve un tiempo largo sin tener sexo. Engordé 15 kilos y fumaba 4 atados por día.

 Posteriormente alguna vez hice incursiones pero ya no de la forma que podía hacerlo a los 30. Las cosas después van cambiando y uno también decide tomar otros caminos. Igual siempre me llaman la atención los relatos que leo acá (acepté participar del blog porque me parecía que tenía cosas para contar) y hasta se me para mal con algunos de los comentarios, pero es una época terminada.

Se que las historias se repiten y tal vez ahora con más libertad. Una amiga cross ha dejado su pareja de 10 años para montarse e ir a tener la "dolce vita" con cuanto man "casi hetero", "súper chongo" o "casado" (suma puntos) se le aparece.

Pero no está feliz, su felicidad es pasajera. Gasta sumas siderales en ropa de mujer y de hombre. Se deprime cuando le quieren chupar la pija o le piden que se los coja. Para desalentar tal conducta empezó a cobrarles. ¡Le pagan con gusto! Entonces se los coge.

Ahora disfrutando de su nueva vida, extraña a su ex pareja, su vida de relación, la contención que tenía cuando estaba en pareja, las salidas con amigos con quien poder hablar en serio por horas, etc. etc.
Una vez terminado todo su lamento, su celular suena y la pasa a buscar otro "chongo" que la llevará a otra noche inolvidable.
La que será completamente olvidada antes de las 10 de la mañana. Somos seres complejos y en continua búsqueda.

Marcos L